Y dicho esto, comienzo mi relato! Todo comenzó una noche del año 2012 en la que mi mujer y yo estábamos viendo una peli en la que salía New York y ambos nos dijimos: vamos allí el año que viene? Vámonos! Y nos estrechamos las manos cerrando ese trato. Sentí un cosquilleo tremendo porque iba a hacer realidad el sueño que tenía desde pequeño de ir a New York City.

Tengo que deciros que me considero un aventurero y, como mi mujer y yo tenemos sueldos muy normalitos (mileuristas), trasteo muchísimo internet para comprar todo lo que conlleva un viaje y no arruinarnos en el intento, además de divertirnos lo máximo posible. Vamos, que no soy de ir a una agencia y que me claven por dármelo todo hecho.
Así que los meses pasaron y lo primero que reservé (ya algo desesperado el día 6 de enero) fue un apartamento a precio de ganga en Astoria (Queens) para 12 noches (del 1 al 13 de Abril). Algunas semanas más tarde, tras buscar vuelos muchas veces al día, compré los 2 billetes de avión a un buen precio: 440€ cada uno.
Poco tiempo después, una noche soñando despierto pensé que sería inolvidable ver a Alicia Keys (una de mis artistas favoritas) en concierto en su tierra y... a la mañana siguiente mirando internet, sorpresa!

Se iba acercando la fecha y justo cuando faltaba un mes... contratiempo! Un email de la dueña del piso que habíamos alquilado diciendo que finalmente no podíamos disponer de él en esa época y pidiendo disculpas. Vaya faena!

Y ya en lo que faltaba para viajar compré entradas para el teatro Apollo, concierto de Green Day en Brooklyn, y partido de los Knicks en el Madison.
Hasta que tras mucha información, leeros cada noche, muchos nervios, muchas ganas e ilusión, llegó el gran día 1 de Abril.

Nos costó un montón dejar a nuestra pequeña de 5 años con los abuelos pero pensamos que todavía era muy pequeña para llevarla allí.

Nos levantamos bien tempranito (como a las 4:30 de la madrugada), cogimos las maletas que iban medio vacías y mi hermano nos llevó al aeropuerto de Málaga para coger el vuelo con destino a París, y de allí a NY.

Íbamos con algo de miedo porque la escala en París era muy corta, pero no tuvimos ningún problema. Caminamos rápido y fijándonos bien en las indicaciones y todo perfecto. Nuestro vuelo era conjunto entre Air Europa y Delta y, desde mi no muy exigente punto de vista, todo estuvo muy bien: la comida, la atención, el avión...
Y tras unas 8 horas desde París... por fin en el JFK! Y cuando fuimos a por las maletas pasó algo que no nos sorprendió mucho porque mi padre ya nos había advertido: las maletas no estaban. Nos lo tomamos con filosofía y ese problema nos sirvió para empezar a conocer a la gente porque un trabajador de allí nos explicó de un modo muy divertido y siempre con una sonrisa y muy relajado lo que teníamos que hacer, y dijo que cuando las escalas son muy cortas suele pasar. Me hizo gracia cómo nos contó que incluso podríamos comprarnos algunas cosillas y que nos las pagara la compañía aérea. Era un afroamericano con la cabeza afeitada y nos dijo que no compráramos joyas o que por ejemplo él no podía pedir dinero por haberse comprado champú para el pelo.

Así que decidimos dirigirnos en el metro hacia el apartamento y cuando enciendo el móvil para hacer saber a la dueña que ya habíamos llegado al aeropuerto y que se nos había hecho algo tarde, tenía un mensaje de voz suyo extrañada por el retraso y diciéndome que la llamara marcando el 001 delante de su número. Lo intento varias veces y no contesta. Le digo a mi mujer que compremos la metrocard y que nos vayamos para allá y que ya contactaríamos por el camino o al llegar allí. Así que se las compramos a un hombre que trabajaba allí, las sacamos de su plástico, preguntamos por el tren que me dijo la del apartamento que era el más rápido (el LIRR), y resulta que faltan casi 50 minutos para el siguiente. Así que nos aventuramos a ir en metro aunque hubiera que hacer trasbordo. Paso yo el torno y cuando mi mujer lo intenta no se abre. Lo intenta una y otra vez y nada. La tensión sube cuando mi mujer empieza a decirme que si la tarjeta no funciona, que si nos han timado...


Pero yo guardo muy bien la calma y a los pocos minutos el metro (que no era subterráneo) empezó a mostrarnos el paisaje de aquellos barrios: miles de casitas pegadísimas unas de otras en las que no queda ni una azotea sin pintar con graffitis, cementerios de coches, sofás en los patios o en las calles, autobuses escolares abandonados, etc... Era IMPRESIONANTE! Yo no podía dejar de mirar por la ventana boquiabierto.
De pronto marqué el teléfono del que nos iba a dar las llaves del apartamento sin el prefijo y... Hello! entonces respondió y su mostró contento por saber y sorprendido por el retraso. La cosa empezaba a marchar bien!! Tenemos casa! En ese momento nos relajamos mucho. Llegó nuestra parada y bajamos. Preguntamos a una señora en la oficina del metro y nos dice cómo llegar a nuestra calle. Y es entonces cuando salimos del metro y nos encontramos en medio de Brooklyn un lunes sobre las 7 de la tarde, con las calles llenas de gente, música de los negocios y de los montones de coches que circulaban tocando el claxon como locos, la mayoría todoterrenos americanos enormes (que me encantan) y taxis negros. Montones de barberías, salones de belleza para las mujeres, lavanderías, tiendas, restaurantes y pubs.
Seguíamos algo inquietos viendo aquel ambiente por el dinero que yo llevaba encima, así que caminamos rapidito hasta que llegamos a nuestra calle y allí estaba el hombre con nuestras llaves. Un tío muy simpático que incluso se ofreció a recoger nuestras maletas en el JFK porque él tenía que ir esa noche; aunque luego llamé y como no me dieron seguridad de que llegaran para esa noche, lo volvía a llamar y le dije que no se preocupara que ya iríamos nosotros.
Por fin estábamos en nuestro hogar para las próximas casi 2 semanas!

Teníamos 3 ó 4 paradas de metro cerca, así que nos fuimos en otro diferente del que nos trajo del aeropuerto. Y cuando salimos... Boom!


Estamos en el centro del mundo! Luces, gente, grandes edificios, coches, olores... Impresionados y emocionados empezamos a hacernos fotos sin creérnoslo del todo todavía. Giramos en la esquina y ahora sí que estamos donde tantas veces había visto en fotos y pelis: Times Square.

Después lo típico: muchas fotos, un paseo por la zona,

y como teníamos hambre nos metimos en el Sbarro´s con la idea de comernos alguna porción de pizza. Al entrar vimos el jaleo que hay en todas partes ya descubrí que en Manhattan, todo el mundo, incluso el que te pone la pizza es súper comercial. Vaya, que acabamos pidiendo otros cuantos platos además de la pizza. Y aunque no fuera la mejor comida del mundo, me pareció que tenía un buen sabor y a un precio muy razonable. Serían las 12 más o menos y decidimos volvernos al apartamento a descansar porque teníamos que madrugar la mañana siguiente y como estábamos algo cansados del viaje y bastante desorientados todavía como para coger el metro a esa hora, cogimos un taxi como este,


El taxista era pakistaní, hablamos mucho con él y se mostró muy simpático. Dijo que tenía 40 años y vivía en Brooklyn desde los 15 porque le gustaba, e incluso nos fue aconsejando y desaconsejando lugares y restaurantes a modo de guía turístico. Incluso nos dijo que íbamos a ir por el puente de Manhattan en lugar del de Brooklyn porque así el camino sería más corto y así nos ahorraríamos unos 4 dólares! Así que: taxi como nuevo y muy limpio, taxista honesto, simpático, comunicativo, tranquilo... mmmm me daba a mí que esto no es lo más común allí, así que le dije que el siguiente martes íbamos al aeropuerto de La Guardia muy temprano porque teníamos un vuelo a las 6:30 y nos dio su teléfono y dijo que lo llamásemos sin problema a las 4 de la mañana para que nos llevara. Nos dejó en casita y así acabó nuestro emocionante primer día en New York.